Advertido estás

Nunca me cansé de repetirle que no se jugaba conmigo pero jamás me hizo caso. 

El que avisa no es traidor. Y yo se lo había advertido en varias ocasiones. Sin embargo ahí estaba él, retozando como Dios lo trajo al mundo con la mala pécora de la vecina.

Pura chispa para mi corta mecha.

Y mientras lloriquea como una niñita cuando le corto los dedos de la mano no puedo evitar preguntarme qué fue lo que vi en él. 

—¡Cállate ya, Norman!—pongo el cuchillo ensangrentado junto a mi cara a modo de advertencia—Ya casi he terminado...casi.

Publicar un comentario

0 Comentarios