Estrés

Había visto el horror, el drama, el sufrimiento. Se encontraba con la mirada perdida y sumida en sus propios pensamientos. No quería hablar, o no hablaba. Al menos eso dijeron los médicos cuando la encontraron sentada en medio de aquel enorme charco de sangre.

— Está completamente en shock. — dijo uno de los médicos que le pasaba una linterna por delante de los ojos para comprobar su reacción.
— Pobrecita, vaya recuerdos le quedarán. — comentó otra de las doctoras que tomaba notas en el historial de la pequeña.

Ella seguía allí, impasible y sin decir nada. Como una figura de cera que ni siente ni padece mientras todos a su alrededor pensaban en lo duro que debía haber sido todo para la muchacha.

La habían encontrado en su casa, en medio de un enorme y pegajoso charco rojo compuesto por sangre de sus padres, cuyos cadáveres acribillados por las balas se encontraban en el suelo, su madre cerca de la puerta por la que había intentado huir, su padre en el sofá, como si le hubiesen cogido por sorpresa y ella allí en medio, de rodillas, bañada en sangre, sin un rasguño físico.

— Te llevaremos a un sitio a descansar y pronto irás a casa de tus tíos. — le dijo un psicólogo que la acompañaba a una casa de acogida para pasar la noche.
— No quiero ir a casa de mis tíos. — musitó ella.
— ¿Por qué no?
— Quiero vivir sola. — afirmó muy seria.
— No puedes vivir sola. Eres una niña.
— Eso decían ellos.
— ¿Tus padres?
— Si.
— Es normal, los niños deben vivir con adultos. Es así por ley y por lógica.
— Uno debe vivir como quiere.

Ella se giró hacia la ventana y ya no le dirigió más la palabra en todo el viaje. Tampoco hubo ni una palabra en la casa de acogida ni al llegar a casa de sus tío.

— Es estrés postraumático. — aseveró el psicólogo — Recomiendo varias sesiones de control y muchas dosis de paciencia.

Ella sabía que ninguna sesión iba a ayudarla. No tenía ningún trauma, no estaba mal, no estaba triste. Aunque sí tenía estrés. Claro que tenía estrés. ¿Cómo no iba a tenerlo? Por fin conseguía vivir sola, por fin se había deshecho de sus padres y ahora, otra vez, encerrada con un montón de familiares que no paraban de preguntarle cosas, de decirle cosas, de ordenarle cosas.

Tenía que solucionarlo. Esta vez lo haría mejor. Esta vez no se quedaría en la casa. Se buscaría una mejor, lejos, donde nadie pudiese encontrarla y se aseguraría de que ya no hubiese ningún familiar que se hiciese cargo ni que volviese a buscarla nunca jamás.
Escrito para Inspirational Pic #04/15 de The Inspiration List.

Publicar un comentario

1 Comentarios

  1. ¡Anda con la niña! Debe de ser pariente de Amy Dunne (Perdida, de Gillian Flynn. Me gustó más la novela que la peli, porque es exacta al libro) jaja. Muy, muy bueno.
    Besos.

    ResponderEliminar