The Fang Game Series T1x03

INFAMES
Mark tuvo que dar demasiadas explicaciones. Sus padres no podían creer que estuviese bebiendo y drogándose. Estaba claro que había algún problema con el chico. Él, que parecía haber sido siempre tan responsable. 

- ¿Es por una chica? - quiso saber su padre
- No. - dijo Mark - Sólo ha sido esta vez. - en aquel momento sentía el impulso de darle un puñetazo a Will por soltarle aquella bomba a sus padres. No sabía si lo de los vampiros hubiese sido mejor.
- Hijo, no puedo entenderlo. Estás castigado, de casa al instituto, del instituto al trabajo y de ahí a casa, directo, sin pararte. Se acabó la tontería.

Mark tuvo que acatar y en silencio se fue marchando a clases triste y desolado. Las clases pasaron sin pena ni gloria a través de la mente del chico, sin poder hacer nada más que pensar en que había un gran cabo suelto y que su vida pendía de un hilo.

En el trabajo no lo pasó mejor. Su mente divagaba mientras corría de mesa en mesa llevando los pedidos y limpiando. Su padre le hablaba muy seco y le vigilaba cada vez que abría la caja. Mark estaba desolado. La confianza de años se había roto en segundo. No podía entenderlo. Y mientras el reloj se acercaba y el sol se ocultaba una sensación de temor e inquietud se fue adueñando de él. Temía por su vida en ese momento, le preocupaba que todo lo que conocía hasta la fecha se hubiese ido a la mierda.

Como siempre, el cierre se lo comió el solito. Su padre había cogido la costumbre de irse dos horas antes del cierre, cuando el trajín era más bajo y, por lo visto, que su hijo le diese a escondidas a la maría no era algo que impidiese que se marchase a esa hora. Mark mascullaba para sus adentros pensamientos encontrados sobre los métodos educativos de su padre.

A la hora de cerrar alguien golpeó el cristal del escaparate, al otro lado le saludó una rubísima y sonriente Keyla y él, hipnotizado por sus encantos, le abrió la puerta.

- ¿Todavía estás cerrando? Yo acabo de hacerlo y me iba a casa pero como he visto luz me he pasado a saludar. ¿Te echo una mano? - se ofreció ella.

Mark asintió como un dócil borriquito y mientras ella parloteaba sobre su agotadora tarde en la agencia de viajes y lo pesada que era la gente fueron limpiando y dejando el local listo para la jornada siguiente. Mark apagó las luces y salieron a la calle. Bajó la verja y sonrió a la chica.

Ella le devolvió la sonrisa y se le colgó del brazo como la noche anterior. Mark tragó saliva. Era evidente que ella esperaba que le acompañase a casa otra vez. En su cabeza resonaban las órdenes de su padre de aquella mañana pero su cuerpo le decía que mandase todo a paseo y se fuese con ella. Como es ley de vida "hormonas ganan a cerebro" así que siguió camino rumbo a casa de los Evans.

Keyla era risueña y sonriente y no paraba de hablar aunque Mark no escuchaba ni una palabra. Al pasar junto a la gasolinera vio que Will estaba poniendo gasolina a un cliente. Al verle pasar le saludó con la mano y él le devolvió el saludo. Keyla le dio un pequeño tiró para que apurase el paso.

- No puedo creer que seas amigo de ese. - lo dijo en tono muy despectivo - Es un cretino. Intentó ligar conmigo. ¿Te lo puedes creer?

Mark se lo podía creer. Por lo que al respectaba todo el mundo quería ligar con Keyla. Estaba seguro de ello por las miradas que todos le echaban cuando recorría los pasillos del instituto con sus amigas. Miradas de lobo, mirabas que desnudaban, miradas que hablaban por si mismas.

Keyla siguió parlotenado sobre unas cosas y otras y finalmente llegaron a la puerta de casa de los Evans. 

- Bueno...- dijo Mark - Aquí estamos.
- Sí. Otra vez. - sonrió ella - Buenas noches. - se agachó y le dio un beso dudoso entre el labio y la mejilla. - Hasta mañana, Mark.

Desapareció. Y con ella la nube que taponaba su razón. Mark miró el reloj: era muy tarde. Tendría que correr para recuperar el tiempo perdido del paseo y que su padre no le sometiese al tercer grado así que salió galopando hacia su casa. 

Antes de llegar a la gasolinera alguién le frenó.

- ¿Por qué tanta prisa, liebre? - dije ese alguien levantando a Mark con una mano y girándolo para enfrentarle cara a cara.

Mark no sabía quien era. El tipo era un afroamericano de unos cuarenta y pocos, moreno de ojos oscuro e increíblemente fuerte. Le sonrió pero a Mark no le dio la sensación de que fuese una sonrisa amigable, más bien fría y aterradora. Antes de que se diera cuenta el tipo había sacado a relucir unos enormes colmillos blancos y le apretaba más el cuello. Esta vez iba a morir, lo sabía. Miró a su alrededor, había coches aparcados, contenedores, bancos...podría intentar mover algo. Empezó a reunir fuerzas y consiguió hacer levitar uno de esos coches eléctricos pequeños. En unos segundos lo lanzó con rapidez a su agresor, que le soltó, perplejo y quedó apresado bajo el peso del coche.

Mark echó a correr tan rápido como le dejaron sus fuerzas y mientras oyó cómo el hombre conseguía liberarse del coche. Estaba cansado, no pensaba que fuese capaz de hacerlo otra vez. Intentó ponérselo difícil y tiró papeleras y movió bancos a su paso para que el tipo no pudiese seguirle. Mark echó un vistazo atrás y comprobó que el tipo no le seguía. Aún así decidió apurar el paso hasta que llegó a la gasolinera.

Will le vio sudando y se acercó preocupado y alerta.

- ¿Qué ha pasado? - le miró apremiante.
- Un tío, vampiro, me sigue. No puedo más.

Will miró alrededor y tiró de Mark hacia dentro del local y lo sentó detrás del mostrador. Luego salió a la puerta y arrancó el cartel de Bienvenidos. Cogió el móvil y mandó un mensaje. No dejó de mirar el exterior en ningún momento.

Fuera, en la gasolinera, el tipo había llegado y buscaba a Mark. Se acercó a la puerta del establecimiento y dio vueltas buscando algo. Luego se giró enfadado pero no abandonó el recinto.

Al momento se oyó un ruido en la puerta de atrás y como un rayo Erin apareció junto al mostrador. Miró fuera y se giró hacia a Will.

- Tenemos un problema, serio. - explicó Erin - Ese es Marcus y es muy tenaz con lo que a su cena se refiere.

Mark soltó un bufido molesto. Estaba harto de ser la cena.

- Estás en un lío. - le dijo a Mark.
- ¿No me digas? No me había dado cuenta.
- No seas impertinente conmigo, chico. Yo tampoco he cenado. - le dijo ella.
- Lo siento, estoy cansado. - visto lo visto, le venía bien que la vampiresa no le viese como una hamburguesa.

Erin salió fuera y habló con Marcus. Este se movía inquieto y buscaba con la mirada movimientos en el interior. Al cabo de un rato se marchó y Erin volvió al interior del recinto.

- Tú, al cierre vete a casa. - le dijo a Will - Y tú - eso iba por Mark - a mi coche, ahora.

Erin no era muy de hablar e iba al grano. Le acercó a casa y le dejó allí. Le indicó que no dejase entrar a nadie en casa. Cuando su padre abrió la puerta le reprochó a Mark lo tarde que había venido y comenzó a olerle la ropa y a darle golpecitos en los bolsillos. Erin vio la escena por el retrovisor hasta que Mark entró en casa.

Fuera de la casa, lejos de la vista de Erin, Marcus miraba la casa con ojos curiosos. Luego se marchó perdiéndose en la niebla que se formaba de madrugada.

Continuará...

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