El abuelo especial

Nico había llegado muy contento aquella tarde del colegio. Su profesora les había explicado algo que le resultó revelador.
Con gran satisfacción entró corriendo en el salón donde su abuelo leía un libro en su sillón orejero.
Nico se arrimó al sillón y sonrió expectante.
- Abuelo.
- ¿Qué? – preguntó el anciano sin despegar la vista del libro.
- La profe me ha dicho que todos somos especiales. Soy especial. – declaró Nico saboreando cada palabra.
El abuelo dejó de prestar atención al libro y miró a su nieto de cinco años como si fuese un extraterrestre.
- ¡Ah ¿sí?! – musitó.
- ¡Siii! – rió Nico.
El abuelo meditó un poco lo que le iba a decir. Mascullando las palabras con cuidado.
- Si todos somos especiales, todos somos iguales. ¡Así que nadie es especial, Nico! Confórmate con ser “normalito” y déjate de bobadas.
El abuelo volvió al libro y Nico intentó entender lo que le había dicho. No lo comprendió hasta muchos años después.
El pequeño se arrastró a la cocina, un poco triste. Su mamá le había hecho la merienda.
- ¿Qué tal el cole, Nico? – quiso saber mamá.
Nico reflexionó un instante, cogió el bocadillo de jamón york y queso y dijo, desanimado:
- Normalito.
Y, como todos los días, se comió su bocata y vio la tele con su abuelo. Como un niño normal.
Fin

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