El regalo

En la radio sonaba animadamente "Mr. Sandman" y, rumbo a casa, como en todas las fiestas, Ally se distraía tratando de no pensar en lo que se le venía encima: familia, reproches, regalos absurdos y los mellizos de Annette llorando en stereo por cualquier tontería, pero claro, era Navidad y no quedaba más remedio que encasquetarse el maldito gorro del jodido Papa Noel y sonreír como si te hubieses grapado la boca a las orejas.
Camino de su casa, cogió el primer desvío a South Valley, que pasaba por el pueblo de Newtown, especializado en hacer las figuritas que Annette coleccionaba. A Ally le parecían muy horteras, pero a su hermana le encantaban aquel tipo de cosas, toda su casa parecía un absurdo catálogo de decoración de los años 50. ¡Cómo odiaba la Navidad!

Ally aparcó a las puertas de un local en cuyo cartel rezaba "Artesanía y regalos". Aquel sitio valdría como otro cualquiera, así que entró en la tienda acompañada de una estúpida campanilla. Allí no había nadie así que decidió echar un vistazo: había cientos de horrendas figuritas donde elegir.
- ¿Puedo ayudarla? – inquirió una voz cascada desde el mostrador, debía ser la dueña.
- Sí, buscaba una figurita para mi hermana, pero hay tantas que es difícil decidirse – Ally intentaba ser amable, le hubiese dicho que cada una era más horrible que la anterior.
- ¿Tiene hijos su hermana? – preguntó la señora.
- Sí. De hechos dos, mellizos. – Ally quiso reprimir su cara de odio hacia aquellos dos enanos.
- ¡Oh, perfecto, tenemos una ideal! – dijo la anciana y se desplazó todo lo rápido que le permitían caminar sus alpargatas hacia la estantería.
Ally observó cómo la anciana adecentaba y quitaba el polvo a la figurita y luego se la acercó mostrándola con orgullo: era una figura compuesta de una señora con un vestido blanco salpicado con flores azules, con el pelo rubio recogido en un gracioso moño que daba la mano a dos niños rubios vestidos con tirantes y pantalones cortos. Uno de ellos sostenía un enorme globo rojo atado a una cuerda. Sacando los pantalones, aquello parecía una réplica de cerámica de su hermana y sus sobrinos. Ally sintió cierto repelús.
- Me la llevo. – dijo ya por no pararse más en aquella tienda.
- Perfecto. Se la envolveré. – dijo la anciana y fue hacia el mostrador donde empaquetó el regalo en un papel igual de hortera que la figurita.
Salió de la tienda convencida, sin duda de que aquel regalo haría las delicias de su hermana. Nadie en toda la tierra podía tener tanto interés en coleccionar cosas a las que quitarle el polvo aunque suponía que Annette tenía una vida muy aburrida.
Al llegar a casa de su madre vio el porche decorado con millones de lucecitas navideñas musicales que te daban la bienvenida con una versión midi de "Noche de Paz". ¡Aghh, sin duda iban a ser unas fiestas muy largas!
Ally sacó su paquete de regalos contenta de no tener que preocuparse más por comprar algunos detalles y se preparó mentalmente para la que se avecinaba. Se enfundó su mejor sonrisa y llamo a la puerta.
- ¡Ally! – gritó su madre que llevaba un gorrito hortera de color verde con cuernos de alce que brillaban.
- Hola, mamá. – dijo Ally e intentó impactarla con una de sus sonrisas forzadas.
- ¡Pasa, pasa, estábamos tomando un aperitivo! – dijo la madre de Ally cogiendo su bolsa y desapareciendo en el interior de la casa.
- Hola, Ally, ¿cómo va eso? – preguntó George, el marido de Annette, sin siquiera moverse del sofá.
- Como siempre. Aún no me he muerto pero todo podría mejorar. – dijo Ally.
- Por dios, cielo, siempre en el mismo plan negativo…es Navidad. ¡Alégrate un poco! – le regañó Annette con cara de pocos amigos.
- Hola, Anne. – le dijo secamente – Veo que tú si disfrutas de las fiestas.
- ¡Tía Ally! – gritaron los mellizos al unísono y se le echaron encima para darle un beso.
- Hola, bichejos. – Ally estrujó a sus sobrinos con la esperanza de que, esta vez, no le pegasen un chicle en el pelo.
- ¡A la mesa! – gritó la madre de Ally desde el comedor.
Todos se dirigieron con ansia hacia la comida. Los mellizos iban discutiendo, como era habitual en ellos, y Annette les regañaba mientras los dirigía al comedor. A Ally se le antojó que parecía una gallina con sus polluelos. A veces su hermana podía resultar terriblemente odiosa.
La cena resultó agradable, en la medida que podía serlo para Ally, ya que su cuñado le reprochó que no venía a verles nunca, Annette que nunca llamaba a los niños y su madre que no venía nunca por casa, que cuándo sentaría cabeza y que siempre parecía estar de mal humor. Lo normal en aquella casa.
Todos se fueron a dormir, los mellizos con tensión, ya que al día siguiente era Navidad. Por la noche estaban muy nerviosos y no dejaban de saltar en la cama y de hacer ruido así que Ally se levantó en medio de la noche y fue a su cuarto.
- ¡Yo que vosotros rezaría mis oraciones y me iría pronto a dormir: cuando venía hacia aquí vi a Papá Noel arreglando el trineo en la autopista y no sé si podrá venir así que dormíos ya!
Los mellizos enmudecieron y dejaron dormir a todo el mundo. Ally durmió a pierna suelta aquella noche, no había nada mejor que ganarles la batalla a aquellos dos monstruitos.
La paz duró poco. Los niños irrumpieron en su cuarto a gritos: ¡ha venido Papá Noel, ha venido! ¡Le ha dado tiempo de arreglar el trineo, tía Ally!
Bajó con una bata al salón donde ya toda su familia se encontraba en pijama y con cara de sueño. Su madre estaba en la cocina preparando café y Annette estaba sentada en el centro de la sala con los niños a su lado.
- Mira, mamá, este es para ti. – dijo uno de los mellizos.
Annette desempaquetó su regalo: era una preciosa figurita de las que coleccionaba. Esta era una chica rubia con un moño, con un vestido blanco con flores azules que le daba la mano a dos chiquillos rubios, uno de ellos con un globo rojo bajo el brazo.
- ¡Oh, Ally! – dijo Annette con ojos de emoción - ¡Gracias, es preciosa!
- ¡Vaya, cuñada, si hasta vas a tener corazón o algo! – le dijo George y Ally le lanzó una sonrisa despectiva.
- No le hagas caso a George – dijo su hermana dándole un manotazo en la pierna a su marido - , es que él nunca sabe cuales tengo y cuales no. Es preciosa.
Ally miró la figura extrañada. Ella juraría que cuando la compró el niño tenía el globo en lo alto, quizá le dio esa impresión cuando se la enseñó o quizá la señora se la cambió por otra…eran todas tan parecidas que ya le daba igual.
Después del desayuno fueron a casa de algunos familiares para hacer la típica comida de Navidad, donde acabas con la barriga ardiendo y llena de comida que no necesitas, y luego volvieron a casa.
Aquella noche Ally estaba especialmente cansada. Fingir que eres un alegre elfo navideño todo un día había resultado muy agotador y lo único que quería era dormir. Aunque parecía que aquella noche no podría lograrlo. Sus sobrinos hacían mucho ruido. Les escuchaba gritar y tramar de las suyas en su cuarto así que decidió ir a amenazarles con algo que les afectase: como que uno de los renos de Papá Noel estaba agonizando tras haberlo atropellado accidentalmente con el coche…o con colgarles de las orejas, que probablemente haría más efecto.
Decidida, Ally cruzó el pasillo y abrió la puerta para sorprenderlos, el ruido cesó pero sus sobrinos estaban durmiendo, en sus camas con la luz apagada.
- ¡Si pensáis que me creo que estáis durmiendo estáis muy equivocados! ¡Que no tenga que volver a venir o lo sentiréis! – les dijo amenazante, aunque sus sobrinos no se movieron. – Malditos enanos.
Se metió en la cama pero la paz duró poco. Ally se levantó enfurecida a la habitación de los niños. Aunque todo parecía en calma allí. Se decidió a quedarse en la puerta para pillarlos con las manos en la masa y esperó en medio del pasillo. Al cabo de un momento el ruido de niños correteando comenzó de nuevo y Ally abrió la puerta de golpe:
- ¡Os pillé! – gritó
El cuarto estaba oscuro y sus sobrinos dormían apaciblemente. ¿Cómo podían ser tan rápidos? Le estaban tomando el pelo y eso la enfadó.
- Yo tengo que dormir, enanos. No quiero un puñetero ruido más. – les dijo.
- Tía Ally, ¿qué pasa? – dijo uno de los mellizos, aunque no sabía cómo se llamaba, si Michael o Paul, mientras se frotaba un ojo y bostezaba.
- ¡¿Me estás vacilando, enano?
- ¡¿Se puede saber que pasa aquí? – dijo Annette detrás de Ally en un susurro.
- ¡Joder, Anne, que susto! Pues si…pasa, que tus hijos están montando aquí la Segunda Guerra Mundial y no me dejan pegar ojo.
- ¡Niños! – dijo Annette - ¿A qué jugáis?
- ¿Qué pasa? ¿Por qué gritáis? – preguntó el segundo mellizo en discordia.
Annette miró a Ally muy enfadada. Estaba claro que los mellizos estaban durmiendo. Su madre les dio dos besos y los tranquilizó, arropándolos con cariño y diciéndoles que se volvieran a dormir y luego le hizo un gesto a Ally para que salieran a hablar fuera.
- No puedo creer que siempre estés igual, Ally. Los niños estaban durmiendo.
- Te juro que estaban haciendo ruido, Anne. De verdad, sabes que intento hablar con ellos lo menos posible. – su hermana asintió, esto último había quedado patente al poner en los regalos "Mellizo al que le guste Spiderman" y "Mellizo al que le guste Hulk".
- Entonces vendrá de cada de los vecinos, así que duérmete y deja dormir a los demás.
Ally iba a decir algo pero decidió no discutir y se iba a meter en la habitación cuando volvió a oír el ruido de niños jugando. Afinó el oído y distinguió que venía de abajo. Decidió bajar las escaleras y se dirigió al salón de donde parecían provenir los ruidos, encendió la luz y el ruido cesó. Miró alrededor, ¿quien coño estaría haciendo aquel ruido? Si sus sobrinos dormían, ¿qué niños hacían ruido en el salón? Sólo había muebles, regalos, la estúpida figurita de Annette y nada más. Ally volvió la mirada hacia atrás: la figurita de Annette parecía distinta. La señora agarraba a los niños pero uno le estaba dando una patada por detrás al otro.
- Joder, All, estás flipando. – se dijo así misma y se frotó los ojos.
Volvió a mirar, pero la vista le había jugado una mala pasada. La figurita estaba igual que siempre: con sus niños de la mano sosteniendo un enorme globo rojo. Ally decidió irse a dormir y, esta vez, se ve que los hijos de los vecinos se habían ido a la cama.
A la mañana siguiente Ally se fue a desayunar y sus sobrinos correteaban alegremente por el salón, sin darse cuenta de que podían tirar todas las cosas.
- Chicos, relajaos, vais a romperle el regalo a vuestra madre. – les dijo mientras cogía la figurita y la ponía sobre el aparador para que no la tirasen. Se fijo, uno de los mellizos de la figura, el que sostenía el globo, tenía cara angelical, el otro le hacía un gracioso gesto echándole la lengua.
- Es monísima, ¿verdad? – le dijo Annette.
- Si, no me había dado mucho tiempo a fijarme cuando te la compré. La verdad es que los enanos son iguales que los tuyos.
- Es adorable, este año te has portado, casi te perdono lo de los regalos de los niños. ¡Mira que ponerles cúal era el regalo por fuera!
- Así eligieron.
- No tienes remedio, Ally.
A pesar de que a Ally tenía poco espíritu familiar y Navideño adoraba a su familia, en pequeñas dosis y le encantaba hacer rabiar a su hermana. Suponía que eso también les pasaba a sus sobrinos aunque no por ello les tenía menos manía.
Y así, entre discusiones y rencillas familiares, pasó el día 26.
Aquella noche, nuevamente, Ally se despertó a causa del ruido de niños jugueteando. Comprobó que sus sobrinos dormían y bajó nuevamente al salón, donde parecía que el ruido se incrementaba. Encendió la luz y, como en la noche anterior, tampoco vio a nadie. Miró que todo estaba en su lugar. La figurita de su hermana estaba colocada en su sitio. Los niños estaban cogidos de la mano pero ¡el globo lo tenía el otro niño! Se frotó los ojos y miró con interés…estaba empezando a volverse loca ya que la figurita estaba como siempre. En fin, los cambios de luz y el sueño provocan alteraciones.
Ally se encogió de hombros y volvió a la cama. Al cabo de un rato oyó llorar y se levantó pensando que serían los niños, pero dormían y el ruido de llantos infantiles seguía sonando. Bajó al salón a paso veloz y el sonido se paró. Escrutó de un lado al otro. No sabía quien le estaba gastando la broma pero se estaba pasando de castaño oscuro. Miró la figurita cuya madre seguía tan feliz pero uno de los niños tenía cara de enfadado y el otro cara de llorar y el globo rojo estaba pinchado en el suelo.
Ally se enfadó, se frotó los ojos y allí estaban, tan felices como siempre, con el globito rojo bajo el brazo. Harta, decidió sacar una foto a la figurita.
Por la mañana fue a revelar las fotos de la cena y, de paso, la de la figurita de su hermana para asegurarse ya, para siempre, de que debía descansar en su cama para dejar de alucinar. En el pueblo estaba todo lleno de gente sacando sus mejores galas de Navidad (el típico jersey horrible con arbolitos) y revelando sus fotos. El "Revelado en 1 hora" echaba humo y todo el mundo quería tener sus recuerdos ya. Ally aprovechó para darse una vuelta por el pueblo en el que había crecido. Luego volvió y recogió las fotos. Buscó la de la figurita la primera ya que no tenía ganas de revivir el momento de "Mamá cortando el rollo de carne asada con cuernos de reno luminoso" y la quitó.
Ally abrió la boca sorprendida: en la foto, la figurita no estaba como ella la recordaba. La madre parecía cansada y reñía furiosa a uno de los mellizos, que intentaba darle una patada a su hermano que lloraba por tener el globo roto. Aquello no tenía sentido. Así que decidió ir a Newtown y preguntarle a la señora qué cuernos significaba aquello.
Cuando llegó a Newtown hacía un frío de mil demonios. Las tiendas seguían abiertas y buscó aquella en la que había estado con anterioridad. Cruzó el umbral de la puerta y la campanilla sonó.
- ¿Hola? – Ally estaba muy nerviosa, conservaba la foto en la mano para mostrársela.
No parecía haber nadie. Miró alrededor entre todas las figuritas que daban repelús. Todas escenas de la vida cotidiana, niños jugando en columpios, parejas, las profesiones, detalles de fiestas...
- ¡¿Sí?
A Ally casi le da un infarto allí mismo. Miró a la anciana.
- Tengo que hablar con usted. – le dijo – Sobre esto – le mostró la foto.
- ¿No se están portando bien los mellizos? – preguntó la señora.
- Oiga…esta no es la figurita que le compre…bueno, si lo es, pero se cambia, hace ruidos…es como si tuviese vida…es… ¿qué coño está pasando?
- Es la figura que le vendí, señorita. Los mellizos traviesos.
- No, usted me vendió la de unos mellizos felices, con su madre feliz y su globito de juguete.
- Si, la que tiene en la foto.
Ally, embobada miró la foto, la figura estaba tal cual la había comprado. Miró desconcertada a la anciana que le sonrió.
- Creo que está usted cansada…pase, le daré un vaso de agua.- acompañó a Ally a la trastienda, donde tenía un pequeño taller y le dio un vaso de agua.
Bebió el vaso de agua y exclamó:
- Creo que me estoy mareando – y Ally se desvaneció.
Cuando abrió los ojos vio una gran luz, estaba tumbada y sobre ella había una lámpara, apareció la anciana y la observó con una gran sonrisa. Luego acercó un pincel a la parte de arriba de su cabeza y pintó algo. Ally quería preguntarle qué pasaba pero no pudo articular palabra. Luego, la anciana la miró otra vez.
- ¡Perfecta! – la anciana sonrió.
Luego, llevó a Ally hacia la tienda, pero todo parecía extrañamente grande. ¿La habían drogado? Oyó cómo la anciana abría una de las vitrinas y luego notó como la elevaban del suelo. Se miró horripilada en el espejo: llevaba un gorro de Papá Noel con cuernos de alce brillantes y su ropa brillaba, como si estuviese barnizada, de hecho, toda ella brillaba como si estuviese barnizada. Estaba apoyada en su coche y bajo ella, un suelo de cerámica reluciente con una plaquita "el elfo gruñón de la Navidad". Ally miró horrorizada su reflejo: ella era ahora una figurita.
La anciana la colocó correctamente, mirando hacia fuera y volvió a lanzarle una sonrisa cándida:
- ¡Adorable! Una de las mejores, sin duda.
Aquella noche, al dar las doce, Ally pudo llorar de rabia y miedo y junto a ella, muchas otras figuritas de regalo lloraron también.
FIN

Este texto había sido publicado con anterioridad en mi antigüo blog. Lo recupero para ponerlo aquí de nuevo, iré haciendo lo mismo con otra serie de relatos que tengo escritos y que ya fueron publicados en su día. Gracias.

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